Averly fue
el taller más grande de Aragón dedicado a la fundición industrial y
artística de hierro y bronce, fundiendo muchos de los elementos de mobiliario
urbano y artístico más representativos de Zaragoza y otras ciudades aragonesas.
Contexto histórico y evolución:
En 1853
el francés Antonio Averly y Françon constituyó –junto a Goybet, Montgolfier y
los banqueros zaragozanos Villarroya y Castellano– la «Sociedad Maquinista
Aragonesa» (S.M.A.), instalando en el zaragozano barrio de Torrero un moderno taller
con el fin de dedicarse a la fundición y construcción de maquinaria.
Esta empresa
prosperó en los años siguientes gracias al impulso financiero y bancario
auspiciado por el Bienio Progresista y las inversiones exteriores. En 1861 fue reestructurada sobre una nueva base de capital. A partir
de entonces, se trasladó la sede y se abrieron nuevos talleres
propios. En 1880 se produjo el traslado definitivo a unas nuevas instalaciones
situadas en Campo Sepulcro, en una ubicación estratégica junto a la estación de
ferrocarril.
En
1886, en pleno surgimiento de las grandes empresas siderúrgicas vascas, Antonio
Averly fundó en Bilbao la fábrica «Averly y Cía. Fundiciones y Construcción
Mecánica del Nervión», próxima a los altos hornos y junto al ferrocarril de
Portugalete. Este nuevo taller llegó a tener un mayor número de trabajadores
que el original aragonés.
En 1900
la sede de Averly en Zaragoza ocupaba 10.000 m2, de los cuales
aproximadamente 4.000 estaban edificados, ocupados por viviendas, oficinas, un taller
de mecanización y montaje, calderería, carpintería y modelos, almacén,
fundición y demás dependencias.
En 1903
Antonio Averly dejó la dirección de todos sus negocios en manos de sus hijos,
por lo que la empresa pasó a llamarse «Hijos de Antonio Averly» hasta 1912,
cuando uno de ellos, Fernando Averly, se convirtió en el único propietario y
director y renombró a la empresa como «Hijo de Antonio Averly». En 1918 se
convirtió en sociedad anónima, denominada «Averly S.A.», y pasó a ser dirigida
por Faustino Bea.
Importancia
histórica y patrimonial:
A
comienzos del siglo XX, Averly tenía una capacidad de fundición de 4.000 kg.
por hora y daba empleo a 140 operarios, fabricando todo tipo de maquinaria
industrial, sanitaria y agrícola.
Facilitó
la introducción y canalización de tecnología desde Europa, importando nuevos
métodos, técnicas de trabajo y maquinaria. Contó siempre con el trabajo y la
asistencia de ingenieros y técnicos extranjeros, fundamentalmente franceses,
adquiriendo un marcado carácter de escuela de formación de trabajadores. Además,
participó en la Exposición Hispano-Francesa celebrada en 1908 en Zaragoza y consiguió
a lo largo de su trayectoria más de sesenta medallas en exposiciones nacionales
y extranjeras.
En los
talleres de Averly se fundieron destacadas piezas zaragozanas, como las farolas
de las calles Alfonso –cuyos moldes conservaba– y Coso, la fuente de la
Samaritana, el Monumento al Justicia de Aragón, etc.
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Calle Alfonso (Zaragoza), cuyas farolas fundió Averly |
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Fuente de la plaza de la Catedral (Huesca) y detalle de la misma con la firma del autor |
Además,
no sólo constituía un importante ejemplo de patrimonio industrial, sino también
documental, gracias a la amplitud de su biblioteca –en la que se incluía, entre
otros muchos volúmenes, una significativa colección de revistas técnicas– y de
su archivo.
Pérdida
y actualidad:
En 2013, la constructora Brial compró la fábrica
para construir bloques de pisos en el solar en el que se erigía, respetando
únicamente lo que había sido declarado Bien de Interés Cultural, es decir, la
vivienda y la entrada principal, que ocupaban apenas el 30% de la propiedad. Ante
este hecho, y frente a la amenaza de demolición y pérdida del patrimonio que se
cernía sobre Averly, se creó una plataforma ciudadana para salvar sus naves. No
obstante, en 2014 las Cortes de Aragón desestimaron dos proposiciones que pedían
catalogar la totalidad del conjunto.
Poco después, la Gerencia de Urbanismo del
Ayuntamiento de Zaragoza suspendió el derribo por un procedimiento
administrativo y continuó la movilización de la ciudadanía para salvar Averly,
aunque de manera insuficiente e infructuosa, ya que finalmente, en julio de
2016, Brial comenzó la demolición de las naves.
Bibliografía:
Biel
Ibáñez, Mª Pilar y Gerardo J. Cueto Alonso (Coord.),
100 elementos del patrimonio industrial en
España [exposición], TICCIH
España, Gijón, 2011.
Jiménez
Zorzo, Francisco Javier, Arqueología industrial en Zaragoza: la fábrica de fundición Averly,
Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1985.
Sancho
Sora, Agustín, La fundición
Averly (1880-1900): nuevos aportes a la industrialización en Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1991.
Torres
Liarte, Concepción, Averly:
1863-1900, Universidad
de Zaragoza, Zaragoza, 1986.
Casos similares:
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Teatro Bellas Artes |
Un destino similar al de Averly parece aguardar al edificio
del Teatro Bellas Artes de San Sebastián (Guipúzcoa), una joya de principios del siglo XIX abandonada por la empresa propietaria e injustamente declarada en ruina con el fin de derribar el inmueble para construir un hotel en el solar que ocupa.