Es posible que en el emplazamiento que ocupa la
catedral se erigiera un templo romano de la antigua Osca, ya que se han
encontrado en sucesivas excavaciones dos cabezas de mármol y parte de un brazo
colosal de bronce de esculturas datadas en esta época. No hay evidencias acerca
del periodo paleocristiano y, en cuanto a una posible iglesia visigoda, se
desconoce su ubicación, pero se conserva la lista de los obispos oscenses desde
el siglo VI. Posteriormente, durante la dominación musulmana, el lugar fue
ocupado por la mezquita aljama de Wasqa.
Tras la conquista de la ciudad en 1096 por las
tropas de Pedro I, esta fue cristianizada de nuevo. Sancho Ramírez –padre y
antecesor de Pedro I– había prometido la mezquita mayor al abad de Montearagón,
pero en realidad correspondía al obispo de Huesca, trasladado y refugiado en
Jaca, quien acabó reclamándola, de manera que fue habilitada como catedral en
1098, bajo advocación de Jesús de Nazaret.
Durante los primeros años del siglo XII, el cabildo
fue nutrido con clérigos procedentes de los reinos del norte de la península y
de la actual Francia, además de con oscenses mozárabes, hasta convertirse en un
floreciente centro religioso y cultural.
Construcción y evolución:
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Claustro románico |
También se erigieron y ampliaron distintas dependencias de la curia episcopal, adosadas a la catedral, de las que se conservan restos que están siendo excavados actualmente.
Para saber más sobre
las excavaciones en el entorno de la catedral:
A finales del siglo XIII, en el contexto de la expansión
del reino y de unas ciertas paz y bonanza, durante el episcopado de Jaime
Sarroca (1273-1289), sobrino y canciller de Jaime I, se consideró indecoroso
seguir celebrando culto cristiano en la antigua mezquita, por lo que se decidió
erigir una nueva catedral, cuya construcción se prolongó desde este momento hasta
inicios del siglo XVI, abarcando, por tanto, todo el periodo gótico. Para financiarla,
se gravaron las rentas de los canónigos y del obispo y se vendieron derechos de
enterramiento en el nuevo templo.
La planta se decidió desde el
principio: de cruz latina, con tres naves de cuatro tramos, capillas laterales
de igual profundidad con bóvedas de crucería, y crucero muy amplio que no
rebasara la anchura total del edificio.
En este momento se construyó el perímetro, las naves
laterales con sus bóvedas, capillas entre los contrafuertes y la portada
principal. Además, a finales del siglo XIII se construyó la denominada «sacristía
vieja» y, entre 1306 y 1308, el archivo de la catedral, que conserva una importante colección
de documentación medieval –desde el siglo XI– de más de seis mil pergaminos y códices
–catalogados por Antonio Durán, canónigo archivero entre 1947 y 1994– y documentación
de los siglos XVII, XVIII y XIX, catalogada por el actual deán, Juan Carlos Barón. Además,
la biblioteca histórica del cabildo cuenta con más de dos mil volúmenes.
A mediados del siglo XIV la epidemia de peste y la
guerra contra Castilla –conocida como «Guerra de los dos Pedros» (1356-1369)– provocaron
una importante decadencia económica que obligó a detener las obras.
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Cubierta de la catedral |
La reanudación de estas, ya en el siglo XV, vino
favorecida por el episcopado de Juan de Aragón y Navarra (1484-1526)
y el hecho milagroso
del Santo Cristo en 1497. Durante esta segunda etapa constructiva se abovedó el
templo, se erigió la llamada «sacristía nueva», se encargó el retablo mayor a
Damián Forment, se reformó y amplió el palacio episcopal y se inició la
construcción de un claustro gótico que, pese a la financiación de Benedicto
XIII –conocido como Papa Luna–, no llegó a finalizarse.
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Alfarje del Tanto Monta |
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Sillería del coro en su lugar original (Imagen: Comercial Escudo de Oro) |
Durante los siglos XVII y XVIII se modificaron y
renovaron algunas capillas, siguiendo la influencia de la Contrarreforma y del
Barroco, como la capilla de San Orencio y Santa Paciencia –antes dedicada a San
Felipe y Santiago–, sufragada por los hermanos Lastanosa.
En el siglo XIX se procedió a la renovación del
pavimento, a la colocación de una gran reja neogótica en el atrio y a la
construcción de la parroquieta, ubicada en el centro del claustro románico,
entonces en ruinas.
Tras la Guerra Civil (1936-1939) se realizaron
diversas obras para consolidar las estructuras dañadas durante el conflicto.
Finalmente, entre 1968 y 1972, se llevó a cabo una
gran restauración en la catedral, en la que se desmontó el antiguo coro, se eliminaron
el trascoro, la vía sacra y los púlpitos, se situó la mesa altar en el crucero,
se abrió la puerta pequeña de la fachada, que había sido cegada anteriormente,
y se eliminó la reja neogótica.
Museo Diocesano:
En 1950
la antesala y sala capitular de la catedral se habilitaron como museo, aunque
este fue cerrado entre 1968 y 1972 debido a la restauración de la catedral. En 1975
se acondicionó la parroquieta para albergar el Museo Diocesano, sufriendo desde
entonces sucesivas remodelaciones y ampliaciones hasta llegar a su situación actual.
Para saber más sobre
el Museo Diocesano de Huesca:
Para seguir al Museo
Diocesano en redes sociales:
Bibliografía:
Arco, Ricardo del, La Catedral de Huesca, Huesca, 1924.
Durán
Guidol, Antonio, Guía
de la Catedral de Huesca, Obispado
de Huesca, Huesca, 1991.
–, Historia de
la catedral de Huesca, Instituto
de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1991.
Nasarre
López, José María y Susana Villacampa Sanvicente, La
catedral y el museo diocesano de Huesca, Catedral
de Huesca. Cofradía del Santo Cristo de los Milagros, Huesca, 2017.
Vv.
Aa., Huesca,
historia de una ciudad, Ayuntamiento
de Huesca, Huesca, 1990.
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