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lunes, 18 de marzo de 2019

Palacio arzobispal (Zaragoza). El poder de la Iglesia a través del tiempo.


Contexto histórico:
Tras conquistar la ciudad a los musulmanes en 1118, el rey Alfonso I el Batallador nombró señor de Zaragoza a su amigo y compañero en batalla Gastón de Bearne. Posteriormente, ambos regalaron al obispo Pedro de Librana una zona de la muralla para que estableciera allí su casa, junto a la antigua mezquita aljama, donde se ubicó la nueva catedral.


Así, a partir de 1119 comenzó la construcción de una torre románica en la que residieron los primeros obispos de la nueva capital del reino y que fue el germen del Palacio Arzobispal. El barrio donde se ubicó, llamado del Salvador, fue el más notable de la ciudad, estableciéndose en él los nobles que habían liderado la conquista.
En 1318 el papa Juan XXII nombró a Pedro López de Luna primer arzobispo de Zaragoza y elevó la diócesis a Metropolitana, colocando bajo su control a los obispos de Huesca, Jaca, Tarazona, Pamplona, Calahorra y Albarracín, quienes manifestaron su fidelidad en el Salón principal de la Casa del Arzobispo.

Evolución del Palacio Arzobispal:
En 1350 comenzó la remodelación y ampliación del palacio románico construido en torno a la torre de la muralla. Esta obra fue dirigida por el maestro zaragozano Abdelaziz de Terrer, aunque el resultado de su intervención fue destruido por un incendio en 1372.
Techumbre del palacio mudéjar
Comenzó a levantarse entonces el palacio mudéjar, construcción dirigida por el maestro Mahoma Calahorri e impulsada por el arzobispo de Zaragoza y canciller de Pedro IV, Lope Fernández de Luna, y por el infante heredero Juan, el futuro Juan I de Aragón, quien residía en las Casas del Arzobispo. El monarca apoyó al arzobispo y a su hijo en la reconstrucción de este palacio y en la mejora de sus estancias, enriqueciéndolas con azulejos, ventanas de yeserías y artesonados. Así, la torre primitiva quedó totalmente integrada en el nuevo palacio mudéjar.
La ampliación y enriquecimiento de este edificio, auspiciados por la corte, continuaron hasta el episcopado de Dalmau de Mur, a mediados del siglo XV. En 1445, coincidiendo con unas obras en el Palacio de la Diputación del Reino de Aragón –pegado a las Casas del Arzobispo–, se definió la Plaza de la Diputación como acceso al espacio episcopal y se consolidó la ampliación del palacio mudéjar hacia el norte, gracias al mecenazgo de este arzobispo que, además, contrató para esta reforma a los mejores escultores y pintores de la Corona de Aragón.


Decoración de estilo gótico flamígero de la antigua capilla

En 1481, por motivos de seguridad, el arzobispo Alonso de Aragón –hijo ilegítimo de Fernando el Católico y canciller de Aragón–, a instancias de Isabel de Castilla, encargó la construcción de una galería para comunicar el Palacio de la Diputación con las Casas del Arzobispo, donde residía la reina.
Arco del Arzobispo en la década de 1920 (AHPZ).
Fue derruido en 1969.

En 1520 el arzobispo Juan II –hijo de su antecesor, Alonso de Aragón– comenzó la remodelación del palacio gótico del arzobispo Dalmau de Mur. Esta obra fue culminada por su hermano, el también arzobispo Hernando de Aragón.
Además, Hernando impulsó la edificación de un nuevo palacio renacentista ampliando y unificando las construcciones de sus antecesores, acercándose hasta la catedral y comunicándola con el llamado «Arco del Arzobispo» o «Arco de la Seo». Al mismo tiempo, construyó una nueva capilla en la planta baja del edificio y una antesala y Salón del Trono en la superior, y dotó al palacio de una nueva fachada al Ebro, pintada por los artistas que acompañaban a los reyes en sus estancias en este palacio.

En 1584 se celebró en Zaragoza el matrimonio de la infanta Catalina Micaela de Austria –hija de Felipe II– con el duque de Saboya. En este momento, el monarca ordenó reformar el Arco de la Seo para poder acceder a la catedral directamente desde el Palacio Arzobispal, y el arzobispo Andrés Santos adecentó el jardín del palacio y construyó una vistosa sala con una galería de arcos profusamente decorada que abría a la Plaza de la Seo.
A comienzos del siglo XVII se había construido una nueva capilla en el palacio, situada en la parte sur, cerca de la Plaza de la Diputación. La zona norte, donde se situaban las caballerizas, la cocina y la despensa, se estableció como espacio de servidumbre y protocolo, consolidándose la sur como residencia arzobispal.
En el siglo XVIII la ciudad sufrió una grave crisis económica, por lo que, en 1781, el arzobispo Bernardino Velarde decidió impulsar nuevas obras en el palacio para promover el empleo y combatir, así, la pobreza que vivían jornaleros y artesanos. Aunque su muerte al año siguiente le impidió desarrollar tales proyectos, estos fueron completados por su sucesor, Agustín de Lezo y Palomeque, y encargados a los maestros de obras de la ciudad y de las catedrales. En este momento se construyó la escalera principal del palacio y se convirtieron las dos plazas abiertas en dos patios interiores incorporándolas al espacio eclesiástico y cerrándolas con una gran fachada de estilo neoclásico que unificó la vista del palacio desde la Plaza de la Seo.
 En 1809 los ejércitos napoleónicos bombardearon el Palacio Arzobispal produciendo importantes destrozos en sus tejados, en la escalera principal y en su fachada norte, por lo que el edificio hubo de ser restaurado entre 1811 y 1812. Además, durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), el  aledaño Palacio de la Diputación fue reducido a escombros.
En 1824 el arzobispo Bernardo Francés inició la construcción del Seminario Conciliar en el solar que antes de los Sitios ocupaba el palacio de la Diputación del Reino. Esta construcción permitió regularizar y ampliar el patio interior, ordenando las estancias que abrían a ese espacio.
En 1845, por razones de estrategia militar a las puertas de la II Guerra Carlista, tropas militares y de la Guardia Civil se establecieron en el Palacio. Esta ocupación deterioró el edificio, por lo que, en 1847, Isabel II ordenó evacuarlo y restaurarlo. En 1881 el arzobispo Francisco de Paula Benavides y Navarrete consideró necesario completar esta restauración e iniciar un nuevo proceso de embellecimiento.
En 1907 el arzobispo Juan de Soldevilla y Romero decidió redecorar el Salón del Trono creando una estructura colorista de carácter neo-renacentista, con un zócalo de columnillas adosadas y paños decorativos, sobre los que se sitúan los retratos de los arzobispos zaragozanos.
 
Salón del Trono en la actualidad. Mantiene la decoración del siglo XX.

Palacio real:
Desde su construcción, el Palacio Arzobispal fue habitado por monarcas aragoneses y numerosos miembros de la familia real durante sus estancias en Zaragoza, por ocupar un lugar privilegiado dentro de la ciudad. Allí nacieron infantes y murieron princesas por complicaciones durante el parto, como Catalina, esposa de Enrique de Trastámara, en 1439.
También organizaron importantes recepciones, como en 1381, cuando la reina Sibila de Fortiá –cuarta esposa de Pedro IV– celebró su coronación, con participación de músicos y cómicos italianos. Además, en él se hospedaron reyes como Carlos III de Navarra (1406) y papas como Benedicto XIII (1410) y Adriano VI (1522).
En el Palacio Arzobispal residieron igualmente los Reyes Católicos durante importantes espacios de tiempo y, durante su infancia, Felipe II junto a su madre, la emperatriz Isabel de Portugal. De hecho, fue sede habitual de la corte de los Austrias, dinastía que llevó a cabo grandes celebraciones en este lugar, como la comida de novecientos comensales con la que se obsequió al futuro monarca Felipe II en 1547.
Posteriormente, en el Palacio Arzobispal se alojaron varios miembros de la dinastía Borbón, así como el papa Juan Pablo II durante sus visitas a España en 1982 y 1984.

Museo Diocesano Alma Mater:
En 1992 se acometió la consolidación de la torreta de don Hernando y de la escalera imperial y la restauración de la decoración de los salones del Trono, con el objetivo de ubicar en el Palacio Arzobispal la exposición “El Espejo de Nuestra Historia”.
Sala de exposición del Alma Mater Museum
En 2007 se restauró la zona norte del palacio bajo la dirección de los arquitectos Sonsoles y Javier Borobio Sanchíz.
En 2010, según el proyecto museográfico de Domingo Buesa, se ubicó el Museo Diocesano en la parte de las antiguas Casas del Arzobispo coincidente con los palacios románico, mudéjar y renacentista, bendecido por Monseñor Manuel Monteiro e inaugurado por la Infanta Cristina en 2011.


Para saber más sobre el Museo Diocesano Alma Mater de Zaragoza: http://www.almamatermuseum.com/

Fuente de la información:
Alma Mater Museum, Plaza de la Seo, 5, 50001, Zaragoza.

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