Santa María de Veruela fue el primer monasterio cisterciense fundado en la Corona de Aragón, en 1146. Su iglesia y dependencias, rehabilitadas, pueden visitarse todavía hoy.
Origen. Edad Media:
Según
la leyenda, el señor de Borja, Pedro de Atarés, salió un día de caza y fue
sorprendido por una fuerte tormenta, ante la cual se encomendó a la Virgen
María, quien se le apareció para consolarle e indicarle el camino de regreso, a
la vez que le animaba a fundar en aquellos parajes un lugar de culto en su nombre
que se convirtiera en centro espiritual de la comarca y en refugio de
caminantes. Así, a iniciativa de Pedro de Atarés, llegaron monjes franceses para establecer la primera comunidad en el nuevo monasterio, que obtuvo,
efectivamente, una enorme relevancia repobladora y cultural.
La
formación del patrimonio territorial de Veruela se debió, especialmente, a
Alfonso II (1164-1196) y Jaime I (1213-1276), aunque este no dejó de crecer hasta
el siglo XV, si bien lo hizo mucho más despacio. Gracias a los habitantes de su
señorío, de unos 154 km2, los monjes verolenses perfeccionaron el
sistema de riego, dedicando especial atención en este sentido a las granjas.
Evolución:
Edad Moderna
Entre 1472
y 1617 los abades de Veruela fueron comandatarios, es decir, estos no sólo no
pertenecían a la orden cisterciense ni a ninguna otra, sino que eran incluso
laicos sin profesión religiosa, en general personas de confianza de los
monarcas y, en muchas ocasiones, pertenecientes a la propia familia real, como
Juan de Aragón –hijo bastardo de Juan II– y Hernando de Aragón –nieto bastardo
de Fernando el Católico–. La pertenencia del abad de Veruela a las Cortes de
Aragón y el hecho de que poseyera un señorío tan importante justificaban la
intromisión de la Corona en estos asuntos. Por otra parte, esto dejó una
importante huella arquitectónica, ya que permitió conseguir la financiación
necesaria para mejorar y ampliar las dependencias monacales.
Durante
el siglo XV, el monasterio de Veruela recibió el privilegio de usar las insignias
pontificales –la mitra y el anillo–, igualándose así al obispo de su diócesis. La
inclusión de nuevas pinturas, esculturas, retablos, vidrieras de colores y
decoración en general fue habitual a partir de entonces, pero el monasterio acabó así endeudándose y hubo de recurrir
a la venta, arrendamiento o empeño de parte de sus posesiones para mantenerse.
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Hernando de Aragón con hábito cisterciense |
En 1662
comenzaron las obras del Monasterio Nuevo, en las que se levantó un claustro de
dos plantas con sastrería, chimenea y dieciséis celdas iguales. No obstante,
cuando las obras se encontraban ya muy avanzadas, el monasterio sufrió un
incendio, tras lo cual se edificaron quince nuevas celdas y dos scriptoria, además de proyectarse un
acceso directo desde el locutorio del monasterio medieval, tras el cual se
abriría una monumental escalera como espacio de tránsito cuya cúpula seguía ya
el nuevo movimiento artístico del momento, es decir, el barroco.
Durante
la Guerra de Sucesión (1701-1713) los monjes abandonaron el monasterio y se
refugiaron en Borja.
Edad
Contemporánea
Durante
la invasión francesa (1808-1814), el gobierno de José I suprimió el monasterio.
Fernando VII decretó el regreso de los religiosos, pero en 1820 disolvió las
órdenes monacales. En ese momento, se les concedió a los monjes un mes para
marcharse, durante el cual inventariaron el archivo y todos los bienes muebles,
bibliográficos y artísticos, abandonando posteriormente el monasterio.
No
obstante, los monjes regresaron de nuevo, aunque con grandes problemas
internos, ya que unos apoyaban abiertamente al bando carlista y otros al
isabelino.
La Desamortización
de Mendizábal (1835) puso fin al señorío verolense y provocó que el archivo,
varios miles de volúmenes de la biblioteca y el retablo mayor fueran expoliados.
En 1844, el patrimonio superviviente salió a subasta pública dividido en seis
lotes.
En este
momento, el trabajo de recogida de documentación fue encargado a la Comisión de
Arbitrios y Amortización de la provincia de Zaragoza, que delegó esta tarea en
unas comisiones subalternas de Borja y Tarazona, lo que provocó que personas
sin la cualificación necesaria se hicieran cargo del vasto patrimonio verolense, disperso y desaparecido en muchos casos.
El
desmantelamiento y destrucción fueron tales que incluso el edificio estuvo a
punto de ser demolido, y así habría ocurrido de no ser porque la Comisión
Central de Monumentos Artísticos reclamó la sexta parte que le correspondía en
la subasta y la encomendó a la Junta de Conservación, creada desde Borja y Tarazona
y presidida por el canónigo José de Purroy y Castillón. De esta Junta surgió la
idea de ubicar una hospedería en las dependencias del monasterio nuevo destinada
al veraneo de familias adineradas. Así, se instalaron dieciocho plazas
repartidas en ocho habitaciones, además de las cocinas. En 1861 se publicó el folleto «El monasterio de Veruela.
Sitio de verano», que demostraba el éxito de esta hospedería, muy
frecuentada por viajeros y escritores románticos entre los que destacan los
hermanos Bécquer.
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Recuerdo de la estancia de G. A. Bécquer en el monasterio |
Por
otra parte, los duques de Villahermosa, vinculados históricamente al monasterio
de Veruela, reclamaron durante la Desamortización los bienes que consideraron
propios e intervinieron en las decisiones políticas que condujeron a la
recuperación del culto en la iglesia y a la instalación de la Compañía de Jesús
en el cenobio.
Efectivamente,
en 1877, durante la Restauración borbónica (1875-1886), los jesuitas regresaron
a España –de donde se habían exiliado tras la Revolución Gloriosa de 1868- y el
gobierno les entregó la tutela del monasterio, en calidad de usufructuarios de
la sexta parte salvada, con el fin de recuperar sus funciones religiosas y
conventuales y con la única condición de conservar el patrimonio y respetar los
derechos de patronato de los duques de Villahermosa. A partir de entonces, la primera
y principal tarea de la Compañía de Jesús fue reestructurar y restaurar
el cenobio.
En
1919, el Estado declaró la iglesia, el claustro y la sala capitular Monumento
Nacional. En 1928 la Compañía amplió su dominio y el monasterio recuperó su
antigua unidad gracias a que el Estado declaró todo el conjunto Monumento
Nacional, expropió las tierras a sus propietarios y cedió la totalidad en
usufructo a los jesuitas.
En 1932
se disolvió la Compañía, por lo que los monjes abandonaron de nuevo Veruela
tras el inventariado de sus bienes. Por concesión de la II República, la Caja
de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza instaló en él un sanatorio que durante la
Guerra Civil actuó como hospital de sangre. En 1939, antes de que finalizara la
guerra, Franco decretó que la Compañía recuperara el monasterio en las mismas
condiciones en las que lo poseía antes. En esta época hubo de ampliar las
dependencias monacales, para lo que se elevó un piso el claustro del
monasterio nuevo.
Finalmente,
la Compañía devolvió el cenobio al Estado, renunció al usufructo y vendió todos
los terrenos aledaños
que había ido comprando. El padre general, Pedro Arrupe, ordenó el cierre del
monasterio en 1972 y la Dirección General de Bellas Artes del Estado lo cedió en
usufructo a la Diputación Provincial de Zaragoza durante treinta años. En 1998,
el Ministerio de Economía y Hacienda lo cedió definitivamente a la Diputación.
Actualidad
En los
últimos años, los dos ámbitos fundamentales de la actuación llevada a cabo por
la Diputación se han centrado, por un lado, en las obras de restauración,
rehabilitación y acondicionamiento del monasterio y su entorno, y, por otro, en
la promoción de numerosas actividades culturales para dotarlo de una nueva
vida.
De esta
manera, el monasterio de Veruela ha albergado durante los últimos treinta años
numerosas exposiciones temporales y ha fomentado publicaciones de libros,
además de acoger el Curso Internacional de Composición Musical, el Festival
Internacional de Música «Veruela Música Viva» y los festivales internacionales de Poesía del
Moncayo, así como el Museo del Vino de la denominación de origen del Campo de
Borja desde 1994.
Por
otra parte, desde hace años el monasterio está siendo rehabilitado con la
finalidad de establecer en él un Parador Nacional, aunque la fecha de su
inauguración ha sido retrasada en numerosas ocasiones.
Para conocer el
Monasterio de Veruela como lugar literario:
Para conocer el
Monasterio de Veruela como lugar cinematográfico:
Criado
Mainar, Jesús, Monasterio
de Veruela: guía histórica, Diputación
de Zaragoza, Zaragoza, 1993.
López
Landa, José María, Estudio
arquitectónico del Real Monasterio de Santa María de Veruela, La Cadiera, Zaragoza, 2015.
Soria
de Isarri, Isabel (coord.), Veruela, testigo de siglos, Diputación
de Zaragoza, Zaragoza, 2012.
Ubieto
Arteta, Agustín, Los
monasterios de Aragón, Caja de
Ahorros de la Inmaculada de Aragón, Zaragoza, 1999.
Es una pena la cantidad de tesoros artísticos que se perdieron por culpa de la Desamortización. No sé si sabrás algo del reloj medieval de Veruela que apareció hace unos pocos años...
ResponderEliminarLa verdad es que no, Alfredo, porque, como digo en la descripción del blog, mi intención siempre ha sido dar a conocer la historia del patrimonio arquitectónico aragonés, por lo que me centré únicamente en la evolución de los usos y de la gestión del propio edificio.
EliminarNo obstante, si tú sabes algo acerca de ese reloj al que te refieres, me encantaría que compartieras esa información aquí.