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viernes, 8 de marzo de 2019

Palacio de los marqueses de Ayerbe (Ayerbe, Huesca).


Contexto histórico:
El palacio fue construido a mediados del siglo XVI por Hugo de Urriés y Ventimiglia, señor de la baronía de Ayerbe, y su esposa Greda de Lanuza, como palacio fortificado exponente del señorío. Se conserva un documento fechado en 1544 en el que se declara que «todo, desde los cimientos, fue fundado y comprado con dineros propios y de su mujer doña Greda, salvo la partida de los corrales, que era de la casa antigua».
Aunque se construyó en época renacentista, el estilo que prevalece es el gótico, y constituye uno de los principales edificios palaciegos del reino de Aragón.

Construcción:
Su obra es de mampostería con sillares de buena factura, y sigue el esquema tradicional, de planta cuadrangular dispuesta en torno a un patio interior.
La fachada está dividida en altura en tres cuerpos separados por una imposta y enmarcada por dos torreones entre los que se sitúa la puerta principal, bajo un gran arco de medio punto adovelado y con el escudo de armas de los Urriés y Lanuza, sus dueños originales, sobre su clave. Los vanos, adintelados, aparecen distribuidos de forma asimétrica. En la planta baja se abren ventanas rectangulares, mientras que la principal cuenta con ventanales góticos trigeminados bajo una moldura con tracerías dispuesta a manera de alfiz. En la última planta se encaja entre los torreones una galería de arcos. Gracias a un grabado del siglo XIX se sabe que había en aquella época un alero volado sobre esta galería, al modo de los típicos palacios aragoneses, y que las torres estaban desmochadas y cubiertas con un simple tejado. No obstante, el palacio está actualmente rematado con almenas de sillería, según una reconstrucción posterior que probablemente no responde al original del siglo XVI.
Restos de las crujías oriental (izq) y meridional (dcha),
con la antigua puerta de acceso al palacio
(Google Maps)
El patio era rectangular y se organizaba en altura en dos plantas, pero sólo se conservan restos de dos de sus crujías, la oriental y la meridional. El ala occidental se encuentra actualmente muy remodelada y la septentrional ha desaparecido, de manera que lo que era el espacio interior del palacio se ha convertido en una calle pública que comunica con la plaza donde se encuentra a través de la antigua puerta principal. El cuerpo bajo de las crujías del patio era arquitrabado, con columnas de piedra anillada y capitel con arquillos conopiales. No obstante, la mayoría se ha perdido, conservándose tan sólo en la crujía oriental, empotradas en la nueva pared, dos de estas columnas. En el cuerpo superior había una serie de arquerías semicirculares apoyadas en columnas de piedra con capitel toscano que descansaban sobre un pretil con medallones en el frente. El lado oriental conserva todavía parte del alero original, compuesto por una doble fila superpuesta de canetes. Permanece también el cuerpo alto de las crujías oriental y meridional, aunque tabicado y mal conservado.
En el interior de lo que queda del palacio se conserva el artesonado de algunas de las estancias originales, destacando el de la caja de las escaleras, en cuyo interior se abre una logia con arcos.

Evolución de sus funciones:
Como se ha visto, tanto el exterior como el interior de este palacio han sido completamente transformados a lo largo de los siglos, perdiendo su imagen original, debido a los diversos usos que se le ha dado al edificio.
Parece que los franceses se fortificaron en él durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), construyendo un foso defensivo a su alrededor con sillares expoliados de la Colegiata de San Pedro, y lo destruyeron casi en su totalidad. Este foso fue tapado en una reestructuración posterior del palacio.
A principios del siglo XX el edificio era propiedad de la familia Coiduras, que albergó en él su comercio hasta la década de 1970, cuando comenzó una progresiva decadencia que provocó su cierre definitivo a finales de la siguiente década.
Funcionó también como entidad bancaria hasta que, a comienzos del siglo XXI, las herederas del palacio lo vendieron al matrimonio formado por José Mª Romeo y Carmen Ruiz, directora de una escuela madrileña de música. Tras casi cuatro años de obras de acondicionamiento, en julio de 2004 el palacio reabrió sus puertas como escuela privada de música.
En 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico y en 2003 se ratificó esta declaración, pasando a ser considerado Bien de Interés Cultural.  

Para saber más sobre el palacio y su entorno:

Bibliografía:
Cabañas Boyano, Aurelio, Aragón: una tierra de castillos, Prensa diaria aragonesa, Zaragoza, 1999.
Naval Mas, Antonio y Joaquín Naval Mas, Inventario artístico de Huesca y su provincia. Tomo I, Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas. Centro Nacional de Información Artística y Arqueológica, Madrid, 1980.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Torre del Reloj (Jaca, Huesca). Norma de la vida civil.


Contexto histórico:
La Torre del Reloj de Jaca –también conocida como Torre de la Cárcel o Torre del Merino, según los distintos usos que ha tenido a lo largo de la historiafue construida en 1445 para albergar la residencia del merino, representante del rey encargado de recaudar los impuestos y administrar sus rentas en la ciudad.
Posteriormente, a raíz del incendio que destruyó la prisión eclesiástica, sirvió igualmente como cárcel por mandato del arcediano Jorge de Lasieso y con financiación de la familia Lasala. Una vez reconstruidas las antiguas dependencias penitenciarias, la torre perdió su función, por lo que se vendió en 1449 a la familia Lóriz, cuyos miembros la traspasaron al merino Miguel Ximénez en 1516.
En 1599 la torre fue adquirida por el Concejo, que decidió instalar en ella un reloj-campanario para marcar la vida urbana y civil –en contraposición al horario eclesiástico fijado por el campanario de la Iglesia– y convertirla, en 1602, en cárcel municipal.
 Construcción:
Esta torre se sitúa en el centro histórico de Jaca, junto al ayuntamiento, destacando sobre las construcciones adyacentes.
Es de planta rectangular de once por siete metros y gran altura, sumando un total de cinco pisos unidos por escaleras de madera intramurales. El piso inferior se cubre mediante bóveda de medio cañón y el resto con forjados de madera apoyados en ménsulas –fundamentalmente convexas– o rentranqueos.
Los muros son de sillarejo y mampostería, con las esquinas ligeramente diferenciadas. En algunos puntos del interior muestra aparejo en espina de pez, poco frecuente en el entorno.
Los vanos que iluminan el interior son variados. En la planta superior se abren alargadas y estrechas saeteras, mientras que en el resto la construcción presenta ventanas tardogóticas; entre estas últimas, algunas –situadas en la planta alta– son geminadas con parteluz, mientras que las inferiores son adinteladas y protegidas por enrejado, aunque también las hay apuntadas, cubiertas con arcos de medio punto y trilobuladas. 

Antigua puerta de acceso, reconvertida en balcón

La entrada original se situaba en la cara septentrional y en altura, con una puerta adovelada que se transformó posteriormente en balcón. Actualmente, la puerta de ingreso se abre en el mismo muro, en arco de medio punto y a ras del suelo. 
Imagen de la torre, con el chapitel,
 durante el primer tercio del siglo XX
(Fototeca de la Diputación de Huesca)
A comienzos del siglo XVII, a la torre se le añadió un chapitel para cobijar la maquinaria y campanas del reloj, aunque todo ello fue eliminado en una rehabilitación contemporánea, cubriéndose ahora con un tejado a cuatro aguas.

Actualidad:
Hoy en día, la Torre del Reloj de Jaca es propiedad municipal y ha sido rehabilitada  para su uso internacional por la Comunidad de los Pirineos.
Además, aunque no es una construcción propiamente miliar, forma parte de los castillos considerados Bienes de Interés Cultural de acuerdo a la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999 del Patrimonio Cultural Aragonés, apareciendo así en el listado publicado en el Boletín Oficial de Aragón el 22 de mayo de 2006.

Para saber más sobre la Torre del Reloj y su entorno:

Bibliografía:
Buesa Conde, Domingo, La torre del Reloj de Jaca, Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1987.
Castán, Adolfo, Torres y castillos del Alto Aragón, Publicaciones y ediciones del Alto Aragón, Huesca, 2004.
Cabañas Boyano, Aurelio, Aragón: una tierra de castillos, Prensa diaria aragonesa, Zaragoza, 1999.
Guitart Aparicio, Cristóbal, Los castillos de Aragón, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 1999.

martes, 5 de febrero de 2019

Lonja (Zaragoza). Un edificio al servicio de la ciudad.


Contexto histórico:
La construcción de esta lonja se decidió en un capítulo municipal en 1541, a petición de los mercaderes y ciudadanos y del arzobispo Hernando de Aragón, nieto de Fernando el Católico, quien buscaba evitar que los negocios se efectuaran en las iglesias.
De entre las muchas propuestas recibidas se escogió la de Juan de Sariñena, por aquel entonces maestro de la ciudad; la lonja fue su última obra, aunque no llegó a verla finalizada, puesto que murió en 1545. Además de Sariñena, intervinieron en la construcción Alonso de Leznes, también maestro de la ciudad, y Gil Morlanes hijo, quien diseñó las columnas del interior.
Para la construcción de este nuevo edificio se compraron varios inmuebles junto a las Casas del Concejo, derruidos para levantar la lonja en el solar que dejaron.
En 1550 comenzaron las actividades de la Tabla de Depósitos, que hubo de alojarse provisionalmente en las Casas del Concejo hasta 1551, cuando finalizaron las obras de la lonja.
Este edificio, así como el reglamento de su Tabla de Depósitos, se basaron en buena medida en las lonjas ya existentes en Barcelona y Valencia, puesto que los contactos entre los diferentes territorios que conformaban la Corona de Aragón eran continuos en aquella época.

                 
Construcción:
 La lonja de Zaragoza se erigió en ladrillo, con un diáfano espacio interior distribuido en tres naves de igual altura y separadas por columnas «aragonesas», caracterizadas por la inserción de un nudo o anillo en su fuste, generalmente a un tercio de su longitud.
Las bóvedas de crucería estrellada, de sección muy rebajada y con las claves de madera dorada y pintada, como las que presenta esta lonja, fueron típicas de la región en el cubrimiento de edificios de similar relevancia. En la decoración interior, destacan igualmente los escudos de la ciudad y los imperiales. 

          
La estructura de su fachada es similar a la de los palacios aragoneses de la época, pero su decoración es más compleja y rica, como muestra de la importancia de este edificio público. Destacan los óculos del cuerpo superior, en los que aparecen bustos humanos –correspondientes a los mecenas de la obra– realizados en yeso y policromados. La aplicación de policromía en la fachada no fue excepcional de la lonja, pero tampoco resultaba común en aquella época; en los otros casos conocidos, la pintura cubría por completo la fachada, mientras que aquí se limitó a destacar detalles concretos de la decoración. 


En el cuerpo inferior del edificio se abre como acceso en cada fachada un trío de amplios vanos enmarcados en rectángulos. En el exterior, estas puertas mantienen su estado original, su clavazón y su revestimiento de chapa con diversos motivos incisos. La portada del muro occidental comunicaba originariamente con las Casas del Concejo, dando acceso a la capilla municipal.
El cuerpo superior de la lonja fue empleado por el municipio como almacén de objetos defensivos que, en caso necesario, distribuía a la población. A esta «sala alta» o «sala de armas» se accedía por la escalera de caracol situada dentro de una torrecilla adosada al exterior, en la esquina occidental de la fachada que da al Ebro, por lo que, desde que esta torre fue demolida, es imposible acceder a ella.
Desde un primer momento, las ventanas de la lonja fueron cerradas con pequeñas piezas de vidrio emplomadas, material excepcional en aquel momento en toda Europa, ya que su uso no se generalizó hasta finales del siglo XVIII, empleándose, en su lugar, placas de alabastro o papel encerado. En Zaragoza, el vidrio no se fabricó hasta 1556, años después de la construcción de la Lonja.  
Este edificio constituye una muestra de la etapa más próspera del siglo XVI para el Concejo y sus empresas.

Usos del edificio:
La lonja, sede de la Tabla de Depósitos, era una prolongación de las Casas del Concejo, quien controlaba su organización y respaldaba los capitales confiados a su custodia. Además, en el edificio tenían lugar diversas celebraciones y fiestas religiosas, como la del Ángel Custodio de la Ciudad y la del Espíritu Santo.
En este inmueble, por tanto, tuvo su sede una entidad financiera –la Tabla de Depósitos– que hacía cambios con las principales plazas y admitía depósitos, e incluso llegó a socorrer al Ayuntamiento de la ciudad durante una epidemia en 1652. No obstante, fue clausurada en 1681 debido a irregularidades en su funcionamiento, destinándose entonces el edificio a corral de representaciones teatrales. Volvió a emplearse como banco por orden de Felipe V entre 1735 y 1785.
Estado actual de la lonja como sala de exposiciones municipal
 Durante el siglo XIX la lonja fue empleada como almacén. En el siglo XX, tras la demolición del antiguo edificio del Ayuntamiento, se sometió a una pequeña restauración y comenzó a destinarse a la celebración de recepciones, fiestas, conciertos, exposiciones artísticas y todo tipo de actos culturales.
A partir de entonces, el edificio fue consolidado y saneado en varias ocasiones, aunque sufrió un deterioro progresivo que hizo necesaria la intervención del arquitecto Francisco Íñiguez durante la alcaldía de Luis Gómez Laguna (1954-1966).
Desde la década de 1970 se consolidó el uso de la lonja como Sala de exposiciones, tornándose en permanente y exclusivo en la década siguiente.



Bibliografía:                                      
Fatás Cabeza, Guillermo (dir.), Guía histórico-artística de Zaragoza, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2008.
Torralba Soriano, Federico, La Casa Ayuntamiento de Zaragoza: Lonja de la ciudad, Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza, 1977.

lunes, 28 de enero de 2019

Casa de la Comunidad (Teruel). El alma de los turolenses.

Casa de la Comunidad
(Web del Museo Provincial de Teruel)

Contexto histórico:
El origen de la Comunidad de aldeas de Teruel se encuentra en 1177, en los Fueros otorgados por Alfonso II a la ciudad de Teruel, mediante los cuales esta se convirtió en cabeza de la Comunidad constituida por ochenta aldeas aledañas y basada en la defensa de intereses mutuos.
El lugar de reunión de los representantes de estas aldeas se situó desde un principio en el solar que hoy ocupa el actual Museo Provincial de Teruel, aunque el edificio fue renovado a finales del siglo XVI.


Conjunto arquitectónico:
La actual Casa o Mesón de la Comunidad fue construida entre 1591 y 1593, bajo la dirección de Juan de Rigol –o Riego– y Pedro de Heredia.
Se trata de una obra de sillería marcada por el manierismo y la tipología habitual de los palacios aragoneses de su época, si bien presenta como elemento propio y único el añadido de un cuarto cuerpo en altura, sobre el alero, a modo de galería arcada dividida por columnas dóricas.
En la fachada destaca un frontis compuesto por dobles columnas estriadas, sobre las que se asienta un amplio frontón curvo y partido, en cuyo centro se observa el escudo de la Comunidad.
En la planta noble se abren tres balcones adintelados, entre pilastras, y rematados por frontones triangulares e imposta corrida. Este cuerpo correspondía al salón de reuniones, en cuya cabecera se abrió un nicho semicircular –acusado al exterior, en uno de los laterales del edificio–, para encajar un retablo con las imágenes de los patronos de Teruel. 
El tercer cuerpo constituye un mirador de arcos de medio punto, situados bajo un alero de piedra sobre modillones. 
En el interior del inmueble destaca la escalera, coronada con una cúpula de yesería. El resto ha sido reformado para albergar el Museo provincial de Teruel.

Evolución de las funciones del edificio:
La Casa de la Comunidad fue sede de las instituciones políticas, administrativas y jurídicas de la Comunidad de Teruel y sus aldeas. En ella se encontraba el despacho del Juez, máxima autoridad de la Comunidad y, además, el edificio ofrecía alojamiento a los representantes de las aldeas, que disponían de alcobas para ellos en diferentes plantas, mientras que en el sótano se encontraban las cuadras para las caballerías.
A pesar de haber perdido su poder político y administrativo, la Comunidad de Teruel continuó vigente y ocupó este edificio hasta el siglo XIX, como resultado de las desamortizaciones de aquella época.
Desde 1837 fue sede de la Diputación Provincial y, posteriormente, albergó un Instituto de Segunda Enseñanza, así como las sedes de diversos partidos políticos, hasta que en el siglo XX fue vendida a particulares.
En 1972 la Diputación Provincial adquirió el edificio, declarado Monumento Histórico-Artístico nacional dos años más tardeEntre 1977 y 1985 se restauró y acondicionó para acoger las colecciones del museo de Teruel, recuperando la estructura original del inmueble y resaltando los elementos ornamentales que conservaba.

Museo Provincial de Teruel:
Tras algunas iniciativas fallidas, el Museo Provincial de Teruel fue definitivamente creado en 1956, aunque no abrió de forma permanente hasta tres años más tarde. Ocupó parte del denominado Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos, actual Casa de la Cultura de Teruel, hasta 1987, cuando se inauguró su nueva sede, situada en la antigua Casa de la Comunidad, concentrando todas sus colecciones en este edificio que contaba, además, con salas de exposiciones temporales, salón de actos, biblioteca, laboratorio de restauración, laboratorio fotográfico y demás dependencias técnicas y administrativas. Desde entonces, se llevaron a cabo en este edificio diversas reformas  para adecuarlo a sus nuevas funciones, destacando la intervención realizada entre 2012 y 2013, en la que se procedió a la modernización y renovación de sus espacios públicos. Actualmente, se están ampliando sus estancias gracias a la incorporación del cercano palacio del Marqués de Tosos, una construcción de finales del siglo XVII.
Este museo depende de la Diputación Provincial de Teruel y está integrado en el Sistema Español de Museos del Ministerio de Cultura y en el Sistema de Museos de Aragón. Además, fue declarado Bien de Interés Cultural.

Para saber más sobre el Museo Provincial de Teruel: http://museo.deteruel.es/museoprovincial/

Web del Museo Provincial de Teruel


Bibliografía:
Laborda Yneva, José, Teruel: guía de arquitectura, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 1996.
Losantos Salvador, Antonio (coord.), Comunidad de Teruel, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 2006.
Novella Mateo, Ángel, La transformación urbana de Teruel a través de los tiempos, Instituto de estudios turolenses, Teruel, 1998.
Sebastián López, Santiago, et al., Inventario artístico de Teruel y su provincia, Servicio de publicaciones del Ministerio de educación y ciencia, Madrid, 1974.