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lunes, 15 de abril de 2019

Catedral (Huesca). Patrimonio evangelizador.


Contexto histórico:
Es posible que en el emplazamiento que ocupa la catedral se erigiera un templo romano de la antigua Osca, ya que se han encontrado en sucesivas excavaciones dos cabezas de mármol y parte de un brazo colosal de bronce de esculturas datadas en esta época. No hay evidencias acerca del periodo paleocristiano y, en cuanto a una posible iglesia visigoda, se desconoce su ubicación, pero se conserva la lista de los obispos oscenses desde el siglo VI. Posteriormente, durante la dominación musulmana, el lugar fue ocupado por la mezquita aljama de Wasqa.
Tras la conquista de la ciudad en 1096 por las tropas de Pedro I, esta fue cristianizada de nuevo. Sancho Ramírez –padre y antecesor de Pedro I– había prometido la mezquita mayor al abad de Montearagón, pero en realidad correspondía al obispo de Huesca, trasladado y refugiado en Jaca, quien acabó reclamándola, de manera que fue habilitada como catedral en 1098, bajo advocación de Jesús de Nazaret.
Durante los primeros años del siglo XII, el cabildo fue nutrido con clérigos procedentes de los reinos del norte de la península y de la actual Francia, además de con oscenses mozárabes, hasta convertirse en un floreciente centro religioso y cultural.

Construcción y evolución:
Claustro románico
Durante los siglos XII y XIII se construyó el claustro románico, del que se conservan tres arcadas, musealizadas, y dos portadas, trasladadas; una de ellas da acceso actualmente a la catedral desde el claustro gótico y la otra se encuentra en la logia construida por el obispo Juan de Aragón y Navarra.
También se erigieron y ampliaron distintas dependencias de la curia episcopal, adosadas a la catedral, de las que se conservan restos que están siendo excavados actualmente.

Para saber más sobre las excavaciones en el entorno de la catedral:
A finales del siglo XIII, en el contexto de la expansión del reino y de unas ciertas paz y bonanza, durante el episcopado de Jaime Sarroca (1273-1289), sobrino y canciller de Jaime I, se consideró indecoroso seguir celebrando culto cristiano en la antigua mezquita, por lo que se decidió erigir una nueva catedral, cuya construcción se prolongó desde este momento hasta inicios del siglo XVI, abarcando, por tanto, todo el periodo gótico. Para financiarla, se gravaron las rentas de los canónigos y del obispo y se vendieron derechos de enterramiento en el nuevo templo.
La planta se decidió desde el principio: de cruz latina, con tres naves de cuatro tramos, capillas laterales de igual profundidad con bóvedas de crucería, y crucero muy amplio que no rebasara la anchura total del edificio.
En este momento se construyó el perímetro, las naves laterales con sus bóvedas, capillas entre los contrafuertes y la portada principal. Además, a finales del siglo XIII se construyó la denominada «sacristía vieja» y, entre 1306 y 1308, el archivo de la catedral, que conserva una importante colección de documentación medieval –desde el siglo XI– de más de seis mil pergaminos y códices –catalogados por Antonio Durán, canónigo archivero entre 1947 y 1994– y documentación de los siglos XVII, XVIII y XIX, catalogada por el actual deán, Juan Carlos Barón. Además, la biblioteca histórica del cabildo cuenta con más de dos mil volúmenes.
A mediados del siglo XIV la epidemia de peste y la guerra contra Castilla –conocida como «Guerra de los dos Pedros» (1356-1369)– provocaron una importante decadencia económica que obligó a detener las obras.

Cubierta de la catedral
La reanudación de estas, ya en el siglo XV, vino favorecida por el episcopado de Juan de Aragón y Navarra (1484-1526) y el hecho milagroso del Santo Cristo en 1497. Durante esta segunda etapa constructiva se abovedó el templo, se erigió la llamada «sacristía nueva», se encargó el retablo mayor a Damián Forment, se reformó y amplió el palacio episcopal y se inició la construcción de un claustro gótico que, pese a la financiación de Benedicto XIII –conocido como Papa Luna–, no llegó a finalizarse.

Alfarje del Tanto Monta
A finales del siglo XV se construyó también, bajo el patrocinio del obispo Antonio de Espés, el conocido como «Tinel Mayor» o, más recientemente, «Salón del Tanto Monta», sala de audiencias y salón noble del palacio episcopal. Ha pasado por diversas restauraciones, produciéndose la última de ellas entre 2008 y 2016.
Para saber más sobre el Salón: https://www.youtube.com/watch?v=rzEu35IkE7o

Sillería del coro en su lugar original
(Imagen: Comercial Escudo de Oro)
Del siglo XVI datan las mejores muestras de arte mueble de la catedral, el retablo mayor y el mobiliario de la sacristía. Además, entre 1577 y 1591 se construyó  la sillería del coro, que fue desmontada en la década de 1960 debido a la restauración a la que fue sometida la catedral en esta época. En 1972 veintiocho sitiales fueron situados a ambos lados del presbiterio y los demás quedaron almacenados hasta 2001, cuando se ubicaron en el coro alto de la antigua parroquieta, actual Museo Diocesano.
Durante los siglos XVII y XVIII se modificaron y renovaron algunas capillas, siguiendo la influencia de la Contrarreforma y del Barroco, como la capilla de San Orencio y Santa Paciencia –antes dedicada a San Felipe y Santiago–, sufragada por los hermanos Lastanosa.
En el siglo XIX se procedió a la renovación del pavimento, a la colocación de una gran reja neogótica en el atrio y a la construcción de la parroquieta, ubicada en el centro del claustro románico, entonces en ruinas.
Tras la Guerra Civil (1936-1939) se realizaron diversas obras para consolidar las estructuras dañadas durante el conflicto.
Finalmente, entre 1968 y 1972, se llevó a cabo una gran restauración en la catedral, en la que se desmontó el antiguo coro, se eliminaron el trascoro, la vía sacra y los púlpitos, se situó la mesa altar en el crucero, se abrió la puerta pequeña de la fachada, que había sido cegada anteriormente, y se eliminó la reja neogótica.

Museo Diocesano:
En 1950 la antesala y sala capitular de la catedral se habilitaron como museo, aunque este fue cerrado entre 1968 y 1972 debido a la restauración de la catedral. En 1975 se acondicionó la parroquieta para albergar el Museo Diocesano, sufriendo desde entonces sucesivas remodelaciones y ampliaciones hasta llegar a su situación actual.

Para saber más sobre el Museo Diocesano de Huesca:
Para seguir al Museo Diocesano en redes sociales:

Bibliografía:
Arco, Ricardo del, La Catedral de Huesca, Huesca, 1924.
Durán Guidol, Antonio, Guía de la Catedral de Huesca, Obispado de Huesca, Huesca, 1991.
, Historia de la catedral de Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1991.
Nasarre López, José María y Susana Villacampa Sanvicente, La catedral y el museo diocesano de Huesca, Catedral de Huesca. Cofradía del Santo Cristo de los Milagros, Huesca, 2017.
Vv. Aa., Huesca, historia de una ciudad, Ayuntamiento de Huesca, Huesca, 1990.

viernes, 8 de marzo de 2019

Palacio de los marqueses de Ayerbe (Ayerbe, Huesca).


Contexto histórico:
El palacio fue construido a mediados del siglo XVI por Hugo de Urriés y Ventimiglia, señor de la baronía de Ayerbe, y su esposa Greda de Lanuza, como palacio fortificado exponente del señorío. Se conserva un documento fechado en 1544 en el que se declara que «todo, desde los cimientos, fue fundado y comprado con dineros propios y de su mujer doña Greda, salvo la partida de los corrales, que era de la casa antigua».
Aunque se construyó en época renacentista, el estilo que prevalece es el gótico, y constituye uno de los principales edificios palaciegos del reino de Aragón.

Construcción:
Su obra es de mampostería con sillares de buena factura, y sigue el esquema tradicional, de planta cuadrangular dispuesta en torno a un patio interior.
La fachada está dividida en altura en tres cuerpos separados por una imposta y enmarcada por dos torreones entre los que se sitúa la puerta principal, bajo un gran arco de medio punto adovelado y con el escudo de armas de los Urriés y Lanuza, sus dueños originales, sobre su clave. Los vanos, adintelados, aparecen distribuidos de forma asimétrica. En la planta baja se abren ventanas rectangulares, mientras que la principal cuenta con ventanales góticos trigeminados bajo una moldura con tracerías dispuesta a manera de alfiz. En la última planta se encaja entre los torreones una galería de arcos. Gracias a un grabado del siglo XIX se sabe que había en aquella época un alero volado sobre esta galería, al modo de los típicos palacios aragoneses, y que las torres estaban desmochadas y cubiertas con un simple tejado. No obstante, el palacio está actualmente rematado con almenas de sillería, según una reconstrucción posterior que probablemente no responde al original del siglo XVI.
Restos de las crujías oriental (izq) y meridional (dcha),
con la antigua puerta de acceso al palacio
(Google Maps)
El patio era rectangular y se organizaba en altura en dos plantas, pero sólo se conservan restos de dos de sus crujías, la oriental y la meridional. El ala occidental se encuentra actualmente muy remodelada y la septentrional ha desaparecido, de manera que lo que era el espacio interior del palacio se ha convertido en una calle pública que comunica con la plaza donde se encuentra a través de la antigua puerta principal. El cuerpo bajo de las crujías del patio era arquitrabado, con columnas de piedra anillada y capitel con arquillos conopiales. No obstante, la mayoría se ha perdido, conservándose tan sólo en la crujía oriental, empotradas en la nueva pared, dos de estas columnas. En el cuerpo superior había una serie de arquerías semicirculares apoyadas en columnas de piedra con capitel toscano que descansaban sobre un pretil con medallones en el frente. El lado oriental conserva todavía parte del alero original, compuesto por una doble fila superpuesta de canetes. Permanece también el cuerpo alto de las crujías oriental y meridional, aunque tabicado y mal conservado.
En el interior de lo que queda del palacio se conserva el artesonado de algunas de las estancias originales, destacando el de la caja de las escaleras, en cuyo interior se abre una logia con arcos.

Evolución de sus funciones:
Como se ha visto, tanto el exterior como el interior de este palacio han sido completamente transformados a lo largo de los siglos, perdiendo su imagen original, debido a los diversos usos que se le ha dado al edificio.
Parece que los franceses se fortificaron en él durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), construyendo un foso defensivo a su alrededor con sillares expoliados de la Colegiata de San Pedro, y lo destruyeron casi en su totalidad. Este foso fue tapado en una reestructuración posterior del palacio.
A principios del siglo XX el edificio era propiedad de la familia Coiduras, que albergó en él su comercio hasta la década de 1970, cuando comenzó una progresiva decadencia que provocó su cierre definitivo a finales de la siguiente década.
Funcionó también como entidad bancaria hasta que, a comienzos del siglo XXI, las herederas del palacio lo vendieron al matrimonio formado por José Mª Romeo y Carmen Ruiz, directora de una escuela madrileña de música. Tras casi cuatro años de obras de acondicionamiento, en julio de 2004 el palacio reabrió sus puertas como escuela privada de música.
En 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico y en 2003 se ratificó esta declaración, pasando a ser considerado Bien de Interés Cultural.  

Para saber más sobre el palacio y su entorno:

Bibliografía:
Cabañas Boyano, Aurelio, Aragón: una tierra de castillos, Prensa diaria aragonesa, Zaragoza, 1999.
Naval Mas, Antonio y Joaquín Naval Mas, Inventario artístico de Huesca y su provincia. Tomo I, Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas. Centro Nacional de Información Artística y Arqueológica, Madrid, 1980.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Torre del Reloj (Jaca, Huesca). Norma de la vida civil.


Contexto histórico:
La Torre del Reloj de Jaca –también conocida como Torre de la Cárcel o Torre del Merino, según los distintos usos que ha tenido a lo largo de la historiafue construida en 1445 para albergar la residencia del merino, representante del rey encargado de recaudar los impuestos y administrar sus rentas en la ciudad.
Posteriormente, a raíz del incendio que destruyó la prisión eclesiástica, sirvió igualmente como cárcel por mandato del arcediano Jorge de Lasieso y con financiación de la familia Lasala. Una vez reconstruidas las antiguas dependencias penitenciarias, la torre perdió su función, por lo que se vendió en 1449 a la familia Lóriz, cuyos miembros la traspasaron al merino Miguel Ximénez en 1516.
En 1599 la torre fue adquirida por el Concejo, que decidió instalar en ella un reloj-campanario para marcar la vida urbana y civil –en contraposición al horario eclesiástico fijado por el campanario de la Iglesia– y convertirla, en 1602, en cárcel municipal.
 Construcción:
Esta torre se sitúa en el centro histórico de Jaca, junto al ayuntamiento, destacando sobre las construcciones adyacentes.
Es de planta rectangular de once por siete metros y gran altura, sumando un total de cinco pisos unidos por escaleras de madera intramurales. El piso inferior se cubre mediante bóveda de medio cañón y el resto con forjados de madera apoyados en ménsulas –fundamentalmente convexas– o rentranqueos.
Los muros son de sillarejo y mampostería, con las esquinas ligeramente diferenciadas. En algunos puntos del interior muestra aparejo en espina de pez, poco frecuente en el entorno.
Los vanos que iluminan el interior son variados. En la planta superior se abren alargadas y estrechas saeteras, mientras que en el resto la construcción presenta ventanas tardogóticas; entre estas últimas, algunas –situadas en la planta alta– son geminadas con parteluz, mientras que las inferiores son adinteladas y protegidas por enrejado, aunque también las hay apuntadas, cubiertas con arcos de medio punto y trilobuladas. 

Antigua puerta de acceso, reconvertida en balcón

La entrada original se situaba en la cara septentrional y en altura, con una puerta adovelada que se transformó posteriormente en balcón. Actualmente, la puerta de ingreso se abre en el mismo muro, en arco de medio punto y a ras del suelo. 
Imagen de la torre, con el chapitel,
 durante el primer tercio del siglo XX
(Fototeca de la Diputación de Huesca)
A comienzos del siglo XVII, a la torre se le añadió un chapitel para cobijar la maquinaria y campanas del reloj, aunque todo ello fue eliminado en una rehabilitación contemporánea, cubriéndose ahora con un tejado a cuatro aguas.

Actualidad:
Hoy en día, la Torre del Reloj de Jaca es propiedad municipal y ha sido rehabilitada  para su uso internacional por la Comunidad de los Pirineos.
Además, aunque no es una construcción propiamente miliar, forma parte de los castillos considerados Bienes de Interés Cultural de acuerdo a la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999 del Patrimonio Cultural Aragonés, apareciendo así en el listado publicado en el Boletín Oficial de Aragón el 22 de mayo de 2006.

Para saber más sobre la Torre del Reloj y su entorno:

Bibliografía:
Buesa Conde, Domingo, La torre del Reloj de Jaca, Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1987.
Castán, Adolfo, Torres y castillos del Alto Aragón, Publicaciones y ediciones del Alto Aragón, Huesca, 2004.
Cabañas Boyano, Aurelio, Aragón: una tierra de castillos, Prensa diaria aragonesa, Zaragoza, 1999.
Guitart Aparicio, Cristóbal, Los castillos de Aragón, Caja de Ahorros de la Inmaculada, Zaragoza, 1999.

martes, 5 de febrero de 2019

Lonja (Zaragoza). Un edificio al servicio de la ciudad.


Contexto histórico:
La construcción de esta lonja se decidió en un capítulo municipal en 1541, a petición de los mercaderes y ciudadanos y del arzobispo Hernando de Aragón, nieto de Fernando el Católico, quien buscaba evitar que los negocios se efectuaran en las iglesias.
De entre las muchas propuestas recibidas se escogió la de Juan de Sariñena, por aquel entonces maestro de la ciudad; la lonja fue su última obra, aunque no llegó a verla finalizada, puesto que murió en 1545. Además de Sariñena, intervinieron en la construcción Alonso de Leznes, también maestro de la ciudad, y Gil Morlanes hijo, quien diseñó las columnas del interior.
Para la construcción de este nuevo edificio se compraron varios inmuebles junto a las Casas del Concejo, derruidos para levantar la lonja en el solar que dejaron.
En 1550 comenzaron las actividades de la Tabla de Depósitos, que hubo de alojarse provisionalmente en las Casas del Concejo hasta 1551, cuando finalizaron las obras de la lonja.
Este edificio, así como el reglamento de su Tabla de Depósitos, se basaron en buena medida en las lonjas ya existentes en Barcelona y Valencia, puesto que los contactos entre los diferentes territorios que conformaban la Corona de Aragón eran continuos en aquella época.

                 
Construcción:
 La lonja de Zaragoza se erigió en ladrillo, con un diáfano espacio interior distribuido en tres naves de igual altura y separadas por columnas «aragonesas», caracterizadas por la inserción de un nudo o anillo en su fuste, generalmente a un tercio de su longitud.
Las bóvedas de crucería estrellada, de sección muy rebajada y con las claves de madera dorada y pintada, como las que presenta esta lonja, fueron típicas de la región en el cubrimiento de edificios de similar relevancia. En la decoración interior, destacan igualmente los escudos de la ciudad y los imperiales. 

          
La estructura de su fachada es similar a la de los palacios aragoneses de la época, pero su decoración es más compleja y rica, como muestra de la importancia de este edificio público. Destacan los óculos del cuerpo superior, en los que aparecen bustos humanos –correspondientes a los mecenas de la obra– realizados en yeso y policromados. La aplicación de policromía en la fachada no fue excepcional de la lonja, pero tampoco resultaba común en aquella época; en los otros casos conocidos, la pintura cubría por completo la fachada, mientras que aquí se limitó a destacar detalles concretos de la decoración. 


En el cuerpo inferior del edificio se abre como acceso en cada fachada un trío de amplios vanos enmarcados en rectángulos. En el exterior, estas puertas mantienen su estado original, su clavazón y su revestimiento de chapa con diversos motivos incisos. La portada del muro occidental comunicaba originariamente con las Casas del Concejo, dando acceso a la capilla municipal.
El cuerpo superior de la lonja fue empleado por el municipio como almacén de objetos defensivos que, en caso necesario, distribuía a la población. A esta «sala alta» o «sala de armas» se accedía por la escalera de caracol situada dentro de una torrecilla adosada al exterior, en la esquina occidental de la fachada que da al Ebro, por lo que, desde que esta torre fue demolida, es imposible acceder a ella.
Desde un primer momento, las ventanas de la lonja fueron cerradas con pequeñas piezas de vidrio emplomadas, material excepcional en aquel momento en toda Europa, ya que su uso no se generalizó hasta finales del siglo XVIII, empleándose, en su lugar, placas de alabastro o papel encerado. En Zaragoza, el vidrio no se fabricó hasta 1556, años después de la construcción de la Lonja.  
Este edificio constituye una muestra de la etapa más próspera del siglo XVI para el Concejo y sus empresas.

Usos del edificio:
La lonja, sede de la Tabla de Depósitos, era una prolongación de las Casas del Concejo, quien controlaba su organización y respaldaba los capitales confiados a su custodia. Además, en el edificio tenían lugar diversas celebraciones y fiestas religiosas, como la del Ángel Custodio de la Ciudad y la del Espíritu Santo.
En este inmueble, por tanto, tuvo su sede una entidad financiera –la Tabla de Depósitos– que hacía cambios con las principales plazas y admitía depósitos, e incluso llegó a socorrer al Ayuntamiento de la ciudad durante una epidemia en 1652. No obstante, fue clausurada en 1681 debido a irregularidades en su funcionamiento, destinándose entonces el edificio a corral de representaciones teatrales. Volvió a emplearse como banco por orden de Felipe V entre 1735 y 1785.
Estado actual de la lonja como sala de exposiciones municipal
 Durante el siglo XIX la lonja fue empleada como almacén. En el siglo XX, tras la demolición del antiguo edificio del Ayuntamiento, se sometió a una pequeña restauración y comenzó a destinarse a la celebración de recepciones, fiestas, conciertos, exposiciones artísticas y todo tipo de actos culturales.
A partir de entonces, el edificio fue consolidado y saneado en varias ocasiones, aunque sufrió un deterioro progresivo que hizo necesaria la intervención del arquitecto Francisco Íñiguez durante la alcaldía de Luis Gómez Laguna (1954-1966).
Desde la década de 1970 se consolidó el uso de la lonja como Sala de exposiciones, tornándose en permanente y exclusivo en la década siguiente.



Bibliografía:                                      
Fatás Cabeza, Guillermo (dir.), Guía histórico-artística de Zaragoza, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2008.
Torralba Soriano, Federico, La Casa Ayuntamiento de Zaragoza: Lonja de la ciudad, Ayuntamiento de Zaragoza, Zaragoza, 1977.